Soñar no cuesta dinero
No hay nada como levantarse por la mañana y preparar café en una cafetera italiana de las de toda la vida. Disfrutar de ese olor que se desprende una vez que la máquina empieza a resoplar para avisarte de que no la dejes mucho más en el fuego porque se pasa, no tiene precio. Y si lo acompañas con una rebanada de pan de coscoja crujientita después de haberla pasado un poco por el tostador, pringada de aceite y con unos toques de mermelada de naranja amarga, que te voy a contar. Que me vuelvo a la cama a dormir otro rato, para despertarme una y otra vez y repetir la operación. Sería lo suyo, pero entraría en un bucle peligroso, más parecido al día de la marmota. El caso es que este tentempié matinal me espalbila y me hace ver la vida de otra manera.. Pero mucho café hay que tomar estos días para que a uno se le aclaren las ideas con la que tenemos montada en España. A estas alturas del texto, ya llevo dos y una tostadita, mientras me pongo al día. Y lejos de aclararme, creo que estoy más